sábado, 21 de noviembre de 2009
Su vida... Su larga lista.
Entonces aquella tarde con sabor a pan, la melancolía se colaba por las puertas cerradas de su casa, y le entraba en el corazón.
Ella recordaba la tarta de arándanos de su abuela, las cartas del verano, las rosas del jardín del vecino, las miradas de sus aventuras adolescentes... Y suspiraba. Suspiraba por aquello que no tuvo, por aquello que no disfrutó, por lo que no logró aprender de labios sellados.
Sentía cómo el sendero de la vida se le escapaba, y no lo conseguía alcanzar.
Dejaba atrás victorias y peleas, lágrimas y risas rotas, parpadeos y dudas y más cosas que ahora apenas llegaban como recuerdos grises, vívidos, pero grises.
Quería zarpar como barco verde, suave velero, y recorrer plácidas aguas trasparentes, donde el recuerdo y el deseo se mezclaran en remolinos y se perdieran, imposibles de hallar. Olvidarlo todo, color dorado.
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