sábado, 10 de abril de 2010

Cumpleaños.

Cerré los ojos y sonreí al sentir a mi madre con aquel inmenso brownie en las manos, caminando hacia mí. Parpadeé. Habían apagado las luces y mis pupilas se dilataron, la única luz que se apreciaba era la de las velas de mi pastel de chocolate. Empezaron a cantar. La melodía giraba en mi cabeza emocionada, al tiempo que depositaban en mis brazos una gran caja. -Pide un deseo. Miré el chocolate medio fundido, relamiéndome los labios. Hubiera deseado que estuvieran ayer mas personas, pero en ese momento me alegré de poder compartirlo con mis padres y mi hermano. Así que no deseé nada. Sólo entrecerré los ojos y soplé tan fuerte como pude. Luego aplaudieron. Sonreí y abrí el paquete. Dentro contenía otra caja, y se rieron de mi cara perpleja, supongo. La abrí de nuevo y me encontré un precioso gorro negro. Di las gracias y empezamos a comer. Luego subí a mi cuarto y dormí como si hubiera corrido una maratón.