viernes, 27 de noviembre de 2009

Sobre el escenario.

Espero detrás del foco grande. Repaso el guión mentalmente mientras Nadine me coloca cada pelo en su sitio (me agobia). Ya casi me va a tocar. Se me acelera el corazón. ¡Dulce adrenalina que corre, desbocada, por la sangre! En los últimos segundos terrenales, antes de volar hacia la libertad, pienso en lo que me llevó hasta aquí.
El cine; el cine y la literatura, que se fusionaron hace tiempo, cuando una tímida muchacha se asomó a las puertas del teatro, cuando pisó por primera vez un escenario, cuando miles de lucecitas iluminaron su rostro...
Respiro hondo, muy, muy hondo. Nadine me hace una seña y me da un suave empujón. Salgo sin vacilar.
Lo primero en lo que me fijo (como siempre, es una especie de ritual) es en el publico. Cientos de cabecitas expectantes que se giran hacia mi. Avanzo un paso mas. Y lo que antes se leía como guión, ahora sale como música por mis labios. Mi compañero de escena también canta en silencio. Ambos gritamos; entre la gente, pocos nos escuchan, y no movemos la boca.
Nuestro objetivo: Convencer al público.

(Basado en experiencias personales)