sábado, 4 de octubre de 2014

Ay.

Duele, duele, duele. Una mata de espino clavándose incansablemente ahí, en lo profundo, que se retuerce con palabras y aprisiona con sonrisas. Y yo sigo pidiendo esas palabras y buscando esas sonrisas. Pero duele tanto que creo que voy a llorar.