lunes, 21 de junio de 2010

Is not over.

Por fin se ha acabado. No lo pensé cuando me dijeron adiós, ni cuando recogía los libros. Sólo me di cuenta cuando le vi aparecer con tranquilidad tras los autobuses, riéndose. Me despedí de mi amiga, y casi pude sentir su pena por mí, mi tristeza. Corrí hacia él, me saludó, me chocó la mano de esa forma tan habitual suya. -Oye... Hoy es mi ultimo día. No nos veremos más. Me miró fijamente y nos abrazamos a la vez, y me elevó durante unos instantes, con su caliente y agradable fuerza en torno a mi. Esta vez no pude evitar una silenciosa lágrima, lo suficientemente ruidosa como para que él se diera cuenta. Nos dimos dos besos. -Cuídate mucho, ¿vale? -Tu también. Y subí corriendo a mi autobús, incapaz de reprimir el llanto más tiempo. Y tu subías la cuesta, con los dientes apretados muy fuerte. Pero no me miraste. Quizás no me viste, quizás no quisiste verme, quizás no tuviste valor para mirarme a la cara por última vez... Mientras que yo ni parpadeaba. Que duras son las separaciones. Te sigo desde la penumbra, desde las sombras que podías mirar. Nunca desde el sol travieso que te ataba sábados y sábados, impidiéndote verlo. Siempre estaré allí. También donde yo no quiera estar, en una cruz, en el símbolo de aquello en lo que crees. Pero crees en ello, y yo estaré allí, creerás entonces en mí. Aunque sepa que siempre, siempre lo has dado todo por tu simple apretón de manos... No tan simple, yo también moría por él. Te prometo... Que aún desde la distancia... Me tienes.