viernes, 22 de octubre de 2010

El Nombre del Viento (by me)

Susurrando, el nombre del viento. La capa le ondeaba tras él, traviesa y solemne. Sus ojos verdes miraban fijamente a la muerte; y sobre ellos, un cabello de fuego se agitaba resignado.
La muerte no sonrió.
Él tampoco.
Ella se recostó contra un árbol, invitándole a recordar.
Él cerró los ojos, inmóvil como la piedra.
Su mente voló lejos, como un águila más en el cielo, pasando por su niñez y juventud, sus borracheras, las muchachas que le desearon, y ella, por lo que lo dio todo desesperado. Pero no se detuvo. Pasó por la expulsión de la Universidad y la matanza de sus padres, por aquel lagarto gigante, la noche con Felurian, el rapto de la princesa, la magia en callejones oscuros. E, inevitablemente, por el abandono de su pasado. Olvidarse de su identidad, su adopción de nuevo nombre, la apertura de la taberna y la adopción de Bast como alumno. Lentamente, se perdió a si mismo bajo su disfraz.
Hasta que llegó Cronista y le hizo recordarlo todo.
¿Cómo un simple escribano pudo despertar en él aquellos recuerdos que nunca antes habían aflorado como antaño? Y como ahora, tan cerca a la muerte.
Tres días en relatar su vida le hicieron comprender lo que fue. Lo que creó y destruyó, arrebató, perfecciono, imaginó y mató. Pero Cronista no tenía la culpa y no debía darle las gracias. Si quiso recordar algo fue él, sólo él y su pasado.
El pasado que la gente recordará como el de un héroe.
Lentamente, regresó la conciencia. La muerte se incorporó y él la miró.
Ella le tendió la mano.
Él se desprendió de su capa.
Ella seguía alzando el brazo.
Pero, sonriendo, Kvothe no la aceptó.


NOTA: Esto no es, para nada, un fragmento del libro El Nombre del Viento de Patrick Rotfuss. Sólo mi versión del final. Bueno, versión no, más bien... Es que, veamos, hoy, disraída me puse a escribir la primera frase de este texto, y el resto salió solo, para nada pensé en que fuera posible final. Espero que os haya gustado, y si no, leed el libro, que para eso está.