miércoles, 29 de diciembre de 2010

2010 y 2011

Tres días apenas para que acabe el 2010. Ahora, me parece que ha sido muy rápido y también un año muy ¿dinámico? Escribo desde mi casa en Asturias, con mi hermano detrás viendo una película bélica, sí, de ésas que odio tanto. Estoy pasando un frío adorable, pero todavía no he tenido oportunidad para encender la chimenea. Encima esta casa está en un pueblo costero, y cinco minutos andando y cuesta abajo llego al muelle, y una hora hacia la montaña veo la nieve. Bueno, ni yo misma sé muy bien para qué escribo esto, sólo tengo la necesidad de escribir, permitidme entonces que os robe un poco de vuestro tiempo. Ha sido un año tranquilo en lo que se refiere a lo académico, simpe y sencillo, sin grandes quebraderos de cabeza. Pero, madurando, me doy cuenta de que ha sido un año un pelín complicado si vuelvo la vista hacia lo personal. He tenido disputas con amigas mías, he pasado de gente que siempre estuvo a mi lado (aunque me doy cuenta ahora), he tenido que romper corazones que mejor estuvieran intactos... Grandes personas me han decepcionado, y he descubierto pequeños detalles en gente que nunca me hubiera esperado eso en ellos... He sonreído, he llorado, he fingido y blablablá. Tan sólo espero que el año próximo SEA UN AÑO MEJOR para mí, y por supuesto, para todos. Feliz 2011 y perdonad por mis desvaríos! Sonrisas desinteresadas.

lunes, 29 de noviembre de 2010

Muerte.

Era la tarde de un día normal de verano. El viento buscaba a los árboles y las margaritas tomaban el sol. En resumen, una tarde tranquila para no hacer nada, sentarte en la terraza escuchando la naturaleza y leer un libro.
Pero no para él.
Javier no podía sentir nada de esto, sólo una agitada y furiosa ventisca interior, donde la nieve se acumulaba sobre él, ahogándole. Y el rostro de su padre que desaparecía en el interior de un ataúd sin miradas.
Eran las cinco, y treinta y dos horas antes su padre había muerto, el gran Don Juan Carlos. Desde luego, Javier sufrió. Pero su dolor era intenso, incomparable con nada que hubiera sentido antes. No veía, no oía, no sentía mas lo que él deseaba. En treinta y dos horas no rió, no habló con nadie, ni tampoco lo haría en las próximas siguientes.
- Javier... -susurró una voz joven- Javier, el entierro será en breve.
El hombre no se volvió. Mercedes caminó hasta el porche, junto a él, con los ojos rojos y la cara hinchada. Su amor por el se deshacía cada vez que le veía sufrir en silencio. Y más cuando él fingía no verla... Mercedes se arrodilló ante Javier y le tomó de las manos.
-Vete.
La muchacha sollozó muy fuerte, y se alejó rápidamente. Antes de darse cuenta de lo que había hecho, Javier susurró con voz ronca: -Por favor.
"Por favor, vete". Lo que ni Javier ni Mercedes sabían era que esa frase iba destinada a su padre, que aún desde la tumba le seguía atormentando. "Bastardo", era su palabra favorita. Y ahora que su padre se había ido, en vez de fingir y llorar y sentir lástima, sufría de verdad.

***

Al cabo de tres horas, al salir de la iglesia Mercedes decidió salir a pasear por el bosque cercano. Sumida en sus pensamientos, no percibió el sutil pero desagradable olor que se acercaba a ella. Tropezó.
Si, Javier se había suicidado.

viernes, 26 de noviembre de 2010

Tiempo.

Vuelas lejos del mundo, lejos. Llegas a tierras imperecederas y te maravillas con la luz que Es. Me dejas atrás casi sin quererlo, casi sin desearlo. Espero tu regreso en las playas de blanca arena y negras conchas, donde el mar ruge tranquilo y juega con mis pies. Mi cabello crece y crece, soportando la espera, pues no se quiere resignar a emprender el viaje. No. Amo este mundo sobre todas las cosas, excepto quizás tus ojos, y no, nadie me obligará a marcharme de aquí. Esperaré el final bajo hayas y robles, abrazada a la misma tierra que me vio nacer, crecer, caer, llorar y levantarme. Pero estoy sola. Los míos abandonaron el lugar hará años, y este amor que aún espero, fue el último en seguirlos, pues el también deseaba ver la Luz que lo creó. No pudo esperar por mí. ¿No quiso? Estoy sola. El crepúsculo deja paso a la noche, y el mar en calma de pronto se agita. La luna ilumina un barco con velas blancas que se acerca desde el horizonte. Mis ojos no creen y yo tampoco. ¿Suerte o amor? Las olas comparten mi impaciencia y le impulsan más rápido, hasta que atraca y todo vuelve a su calma habitual. Ya han salido las estrellas. Una figura esbelta como el gato salta desde la cubierta. Se moja los pies y sonríe. Una melena dorada, plateada a esta luz, se agita sobre unos ojos verdes, verde bosque donde nació. Me tiende la mano. Firmemente agarrados, tira de mi, hasta quedar frente a frente. Un beso. Dulce como los ríos, suave como la brisa entre los árboles, ardiente como el fuego de una nueva hogera. Me he equivocado. El hielo es a veces más poderoso que el fuego. No obstante, muero por amor.

domingo, 21 de noviembre de 2010

Todo

Sí amigos, sí. He vuelto. Han pasado ¿cinco años? Para Manuel cuatro. Sí, desde la última vez que nos vimos. Aún guardo la foto: todos abrazados, Antonio con un brazo encima de mis hombros, y detrás, la pizarra verde con mi nueva dirección apuntada en tiza blanca. Casi todos me escribisteis, pero a pocos respondí. Qué dulce la inocencia. Luego repartí esos caramelos. Y después... Sinceramente, no me acuerdo. No podía pensar. Ahora, que pienso en todo me agobio de felicidad. ¿Cómo estaréis de cambiados? ¿Me reconoceréis? Porque yo he madurado demasiado para lo que me corresponde, lo siento. Recuerdo los paseos contigo, Manuel. Mis cumpleaños. Las clases fantásticas con Antonio. La casa de Lucía. Todo. ¡¡TODO, COÑO!! Perdón. Las palabrotas me pueden. Esta Navidad os visitaré y descubriré la verdad de vuestras palabras. Espero sonrisas, abrazos y escuchar a tu grupo, Manu. Os quiero y no os olvido.

sábado, 20 de noviembre de 2010

El Rey Sabio

Había una vez, en un reino llamado Buenaventura, gobernaba un rey sabio, acompañado de su chambelán. En Buenaventura había una fuente (la única fuente) de donde bebía todo el mundo, incluido el rey y su chambelán.
Pero un día, una bruja envenenó la fuente con una pócima que hacía que la gente se volviese loca.
Al día siguiente, todo el pueblo bebió agua de la fuente envenenada, y se lavaron con ella y limpiaron su ropa también. Todos menos el rey y el chambelan.
Entonces, el pueblo empezó a murmurar en contra del rey, diciendo que había perdido el juicio, que estaba loco, que no les entendía ni podían confiar en el.
El rey, dándose cuenta de lo que ocurría, mandó a unos guardias a llenaran una jarra con el agua de dicha fuente. Obedientemente (aunque algo recelosos) hiciero loque les pidió, y ellos bebieron.
El puelo, al ver que había recobrado la cordura, los alabó e hicieron fiestas dando gracias.
Porque, ¿qué es un rey si no es igual a ti?

viernes, 5 de noviembre de 2010

Pulpos alienígenas y quemaduras en las manos.

Mi vida, sencilla y rutinaria, que a veces me sorprende con detalles que me hacen sonreír, me ha demostrado que puedo ejercer una gran presión sobre la gente. Es verdad, y me he asustado de mí misma, aunque reconozco que no me sorprendió ver eso en mí. Para algunos, los ojos claros impactan, asustan, intimidan. A mi me pasa lo mismo pero con los ojos oscuros. Imaginándome a un pulpo alienígena en su pequeño platillo volante me cuestioné: ¿Daría más miedo con los ojos claros u oscuros? Una amiga me lo dibujó a lápiz, rellenando la zona ocular. Y así, escuchando música, llegué a la conclusión de que, por una parte, mis ojos (verdes) se llevaban gran parte del ¿mérito? Pero, demonios, eso no era todo. No podía ser todo. Lo demostré en clase de Tecnología: Con mi patosa maestría al tener entre manos un objeto poco más grande que un lápiz, hice un agujero al plástico duro. Éste se derritió lentamente, fundido por el aparato a más de 300 grados. Gotitas de cera cayeron lentamente, que yo recogí con los dedos pulgar e índice. Se quemaron. Tonta de mi, se quemaron. Del desconcertante frió, mis dedos empezaron a arder, a quemar. Pero con parsimonia, casi cansancio y despectividad, arranqué la cera con mi otra mano, posándola sobrela mesa. Mi cara no mudó de expresión. Conclusión: ¿? Puedo ser muy alucinante a veces. Pero, ¿de verdad infundo sensación de inferioridad a los demás? Sinceramente, espero que no. Aunque al emisor de ese comentario no se le pueda considerar muy en serio, sus palabras calaron en mí y me dejaron pensando. Y el susurro de Dama de Hielo me hizo daño. Luego me reí, aspirando merecer ese título. Coñas, pero sufrí sin motivo. Espero... No sé que espero. Es un defecto, como mis muchos otros. ¿Pero que más?

viernes, 22 de octubre de 2010

El Nombre del Viento (by me)

Susurrando, el nombre del viento. La capa le ondeaba tras él, traviesa y solemne. Sus ojos verdes miraban fijamente a la muerte; y sobre ellos, un cabello de fuego se agitaba resignado.
La muerte no sonrió.
Él tampoco.
Ella se recostó contra un árbol, invitándole a recordar.
Él cerró los ojos, inmóvil como la piedra.
Su mente voló lejos, como un águila más en el cielo, pasando por su niñez y juventud, sus borracheras, las muchachas que le desearon, y ella, por lo que lo dio todo desesperado. Pero no se detuvo. Pasó por la expulsión de la Universidad y la matanza de sus padres, por aquel lagarto gigante, la noche con Felurian, el rapto de la princesa, la magia en callejones oscuros. E, inevitablemente, por el abandono de su pasado. Olvidarse de su identidad, su adopción de nuevo nombre, la apertura de la taberna y la adopción de Bast como alumno. Lentamente, se perdió a si mismo bajo su disfraz.
Hasta que llegó Cronista y le hizo recordarlo todo.
¿Cómo un simple escribano pudo despertar en él aquellos recuerdos que nunca antes habían aflorado como antaño? Y como ahora, tan cerca a la muerte.
Tres días en relatar su vida le hicieron comprender lo que fue. Lo que creó y destruyó, arrebató, perfecciono, imaginó y mató. Pero Cronista no tenía la culpa y no debía darle las gracias. Si quiso recordar algo fue él, sólo él y su pasado.
El pasado que la gente recordará como el de un héroe.
Lentamente, regresó la conciencia. La muerte se incorporó y él la miró.
Ella le tendió la mano.
Él se desprendió de su capa.
Ella seguía alzando el brazo.
Pero, sonriendo, Kvothe no la aceptó.


NOTA: Esto no es, para nada, un fragmento del libro El Nombre del Viento de Patrick Rotfuss. Sólo mi versión del final. Bueno, versión no, más bien... Es que, veamos, hoy, disraída me puse a escribir la primera frase de este texto, y el resto salió solo, para nada pensé en que fuera posible final. Espero que os haya gustado, y si no, leed el libro, que para eso está.

sábado, 2 de octubre de 2010

Mar de Nubes

Muchos de nosotros vivimos en lo que yo llamo un mar de nubes. Nunca sabes sobre qué te sientas, si sobre suave o esponjoso o húmedo, o no te sientas del todo. Vuelas alto y lejos, ajena a los que suspiran allá abajo, deseando el vaivén de tus olas. Juegas con ellos, sonríes; y sin querer les haces daño. Huyes asustada. Te dejas mecer por el viento, pero pocas veces obedeces sus caprichos. Y siempre, siempre lejos... Al descansar, encuentras en las nubes una extraña tranquilidad, te entretienes imaginando ovejitas y dragones, y perros con tres lenguas. Poco a poco, te sientes un poco vacía. Giras sobre ti misma y miras abajo. Descubres ese sueño. Tu sueño. Tan real... Tan ajeno a tu Mar de Nubes... No bajas, haces que el suba. Sonríes, sonríes mucho. Pero no te das cuenta que es él quien esta vez juega contigo. Tan rápido como llega se va. Te deja ese dulce sabor de boca, tan salado, tan amargo que te lamentas y maldices. Haces que las nubes te envuelvan y remoloneas un rato, aún triste. Pero no, no te quedas así. Sabes que eres un rayo de sol tímido, juguetón, atrevido. Puede que algunos te posean o crean poseerte algún tiempo, pero tu naturaleza te impulsa a seguir. A no quedarte atrás, presa o libre, contenta o triste. Dejando muchos corazones rotos, tanto como el tuyo mismo. Pero sigues, sigues... Conociendo amigos que aparecen y desaparecen en la niebla... Pero sigues.

domingo, 19 de septiembre de 2010

Cierra los ojos.

Cierra los ojos, y piensa por un momento, en un fugaz amanecer. No me mires así, hazlo. Deja que el rocío de una mañana se adhiera a tu piel, como si fueras otra brizna de hierba. Recuéstate en el césped. No abras los ojos. Acaricia tu pelo, así, despacio. No tengas prisa. Ahora dejaré resbalar mis labios en tu cuello, no te asustes. Tranquila. Acaríciame la nuca, no me importa tu torpeza. Bésame.

- Raúl, estoy asustada... Bueno, no.. Pero...
-Shhh.

Te quitaré ese colgante. Soltaré las tiras que apresan tu cuerpo. No te pasará nada. Piensa en los rayos de sol. Dan a tu piel un aspecto suave. Delicado. Un melocotón dorado que nunca ha sido dormido. Déjame hacer, relájate. Así. Acaríciame los párpados. Y ahora...

-Por favor, no sé si quiero hacerlo. Estoy nerviosa. Te quiero.
-¿Acaso eso no basta?

Déjate llevar. ¿Escuchas los pájaros? Cantan para nosotros. Desabróchame la camisa. Así. Bien, preciosa. Olvida la ciudad. A papá y mamá. Relájate. ¿Ves? Ya estamos desnudos. No ha sido para tanto.

-Raúl, ¿que me vas a hacer ahora? Por favor...
-Te miraré hasta la caída de la noche. Haré lo que me pidas. No tengas miedo. Me limitaré a contemplar este cuerpo tuyo tan hermoso, adorándolo, y disfrutando del amor que me das... Qu es mío, sólo mío; y aún no me lo creo.
-Entonces, ¿no me vas a hacer nada?
-¿Que quieres que haga? Si quieres, mírame tu también.
Ella se relajó. -No, está bien así... Gracias.
-Gracias a tí, angel.

sábado, 11 de septiembre de 2010

Silencio.

-Eh, oye, yo más no puedo hacer.
Silencio.
-En serio, ¡lo intenté! Pero si supieras lo mal que se me pusieron las cosas... Mi trabajo peligraba, mi novia cortó conmigo, mis compañeros (todos, excepto Guido) me miraban mal y no me dirigían la palabra.
Suspiro.
-Me encantaría poder remediarlo, pero no puedo. Tu sabes... Por favor, compréndelo... ¿Nos seguiremos viendo, verdad? Te quiero muchísimo, pero he renunciado a tanto por ti... Que no creo que me merezca este silencio.
Respiración profunda.
-Anda llámame. Te quiero. Te amo.

PIIIIIIIIII.

-¡Holaa! ¿Vienes al cine mañana? Vendrán Sara, Mi...
Click. Apagó el buzón de voz.
Miró por la ventana, distraída. Una lágrima corrió por su mejilla. Con un gesto furtivo la hizo desaparecer. Empezó a sollozar.

martes, 7 de septiembre de 2010

Stars and Butterflies

Abrazados, miraban sentados en la elástica hierba, las estrellas. La fiesta se desarrollaba con normalidad allí abajo; ellos estaban en lo mas alto de la colina. Duna verde. Noche de purpurina que parece que no terminará.
Les llegaban retazos de canciones, que no hacían mas que estorbar en aquellos momentos.
Ninguno sonreía, pues estaba de más. No se miraban, las palabras lo estropearían todo. Lo que habían construido a partir de su silencio. Sólo se susurraban, de vez en cuando y con cuidado, cosas dulces y tiernas, pequeñas como lágrimas e indescriptibles como el océano. Por temor a espantar lo que habían construido a partir de su silencio. Estrellas y mariposas.

sábado, 21 de agosto de 2010

Limpio, puro, agradable.

Es limpio, puro, agradable. "Happy", como diría yo. Pero ahora yo no estoy hablando. Le toca a mi alma expresar lo que siente y siente muchas cosas. Caritas, ruidos, melodías, olores, caras, sensaciones. Es limpio, puro, agradable. Presiono las teclas sin ser del todo consciente de lo que escribo. Si cometo alguna falta de ortografía, les ruego me perdonen, no creo que lo revise. Repito: es limpio, puro, agradable. El hogar.

viernes, 13 de agosto de 2010

El paraíso.. Creo.

Estoy viviendo, por un corto periodo de tiempo, en el paraíso. No en aquel Paraíso en que pecar es malo, morder manzanas es malo, y donde hay un Dios. Estoy en un lugar verde, tranquilo (aunque no silencioso), donde hago lo que me plazca y pocas veces tengo que consultar a alguien. Pero, últimamente, no tengo ganas de salir ni hacer nada. Me encierro en mi cuarto, o como ahora, frente al ordenador, y medito y pienso y reflexiono y suspiro, pero al final no llego a nada. Me siento pegajosa en esos momentos, y lamento no haber ido a pasear o a lo que fuera. Es como si esperara las horas que vienen, como si alguna me fuera a traer algo muy deseado. Pero, ¿es así? Creo que tantas emociones (reencontrarme con la familia, estar en una casa nueva, tener total y absoluta libertad, que dependan de mi un par de personas al tomar decisiones...) me han turbado, y deseo seguir un poco con mi habitual y taciturna soledad. Obviamente, esto no le hace gracia a un par de personas, quienes me miran, suspiran, vuelven a mirarme, y se resignan a salir sin mi. Desean mi bien igual que yo, pero no se muy bien cuál es. ¿Salir, quedar con amigos, tomar algo? No tengo ganas. ¿Quedarme en casa, aburrida, sola y lamentándome? No tengo ganas, pero me quedo. ¿¡¿POR QUEE?!? No me soporto a mi misma. Tendré que tomar una decisión. Espero que sea la correcta.

domingo, 25 de julio de 2010

Tu llamada.

Aún acaricio tu recuerdo en días inmortales, que se asemeja tanto a las hojas que solíamos acariciar... Te recuerdo como aquella sombra fugaz entre los árboles verdes y de oro y plata. Entre los saltos del agua. En cada corona que entretejían mis dedos poderosos por aquel entonces, y que luego te arrojaba a los pies.
Te recuerdo en los besos que evoco muy a menudo. En el pan de cada mañana. En las flautas y arpas que solías tocar. En la oscuridad que atravesabas y vencías sin vacilar. En cada trozo de partitura sonriente y melancólica te veo. En el Mar.

En el Mar.


Sucumbiste a la llamada de tu corazón por el Mar. ¡El Mar, el Mar! Bajaste por la rápida corriente, y ya sin pensarlo, llegaste a el. ¡El Mar, el Mar! Oíste el lamento de una gaviota y ya quedaste prendado, agitó el deseo de tu alma, para nunca más reposar bajo hayas y robles.
Y yo podía llegar hasta ti pero, ¿cómo hacerlo sin antes enfrentarme a los dioses? No deseaba llegar al Otro Extremo, aquel al que tu desembarcaste con tanta facilidad y ternura. Acariciaste la arena, jugaste con las olas, soplaste caracolas e hiciste música con ellas. Y yo escuché tu llamada. ¿Cómo abandonar aquello que has conocido? ¿Cómo dejar atrás mansiones y palacios, trinos de pájaros, plata y tierra? Aunque supiera que lo que me esperaba era mil veces eso, y que los días terminaban fugaces, envueltos en una luz que provenía de una oscuridad inexorable. Y no podía desoír tu llamada, tu petición de estar contigo.
Me quedé en estas costas.

Ahora espero otro el barco que me lleve contigo, porque escuchar tu lamento tejido en forma de canción es algo que mi corazón humano no puede soportarlo sin romper a llorar cada atardecer. Lamento mi error. Ahora iré hasta ti.

sábado, 17 de julio de 2010

Otro mundo. Dianne.

Pero, obviamente, la noche habría de terminar. Dianne, resentida y ebria, volvió a su casa a las siete de la mañana, aparcando mal su moto en el garaje. Subió las escaleras mareada y dando tumbos, resbalando. No tuvo dificultad para encontrar su habitación, pues la negra puerta cerrada con el brillante ojo rojo no eran precisamente discretos. Pero, ¡alto! La puerta estaba abierta y se oían voces allá dentro. No era la primera vez que estaba borracha, y además esta vez no lo estaba tanto como en otras ocasiones. Disipó más o menos su mente y entró. -¡¡PERO DÓNDE ESTABAS!!- gritó una voz. Dianne enfocó la imagen, poco a poco, volvía a ser ella. -Eh.. Mamá.. Su madre, seguida de su padre, atravesó la habitación como un rayo y le dio un bofetón. -¡PERO QUÉ TE HAS CREÍDO! ¿¡DÓNDE ESTABAS!? Diosss... ¡CONTESTA! - Ehh... Mamá..¿Qué hacéis aquí? Joder, de fiesta... La madre no se lo podía creer. -¡PERO SI ESTABAS CASTIGADA PRECISAMENTE POR IR A OTRA FIESTA SIN NUESTRO PERMISO! -Mamá... Joder, tío...
***
-A ver, Diana, ¿galletas con la leche?- le preguntó su abuela. -Coño, me llamo Dianne. -¡No digas palabrotas! Te llamas Diana. ¿Quieres o no? -Vete a la mierda. SOY DIANNE. Una lágrima corrió por las cansadas mejillas de su abuela.
***
-Pues eso tío... Que si castigada, que si "dónde estabas", Diana... ¡Bla bla blá! Que se vayan todos al fondo del mar, joder.
Alex le dio un mordisco a su bocadillo. -Es lo que hay... Yo también llegué tarde, si, sobre las siete también... Y, a ver, ¿que coño se proponen? ¿No puedo disfrutar de la noche?
Dianne asintió. -Si... Oye, dame un porro o algo.
-Sólo tengo Malboro.
-¿¡Nada más!? Joder, tú también eres todo un recto, tío.
-Déjame en paz, que me cogía unas subidas de horas ¡¡¡HORAS!!! Y me venía mal para los pulmones.
Ella suspiro. -Ok. Por un día que tome cigarros...
Alex sonrió. -¿Qué vas a hacer esta tarde?
-Se supone que estoy castigada... No sé. Supongo que nada.
El chico arqueó las cejas. -¿Acaso no lo has pillado?
Ella le miró y sonrió también. - ¿Los tienes aquí?
-Cinco. Cinco como mis ideas...
Dianne estalló en una súbita carcajada.

miércoles, 7 de julio de 2010

Rechazo.

Me siento extraña, vacía, al ver que ya no me tomas en serio. Que no me recuerdas como era. Como una concha alejada del mar que la acogió en su seno, que la quiso y amó hasta lo imposible, y ahora, cuando vuelve de su pecera, la rechaza. Te miro, te veo igual, distinto y diferente, más abierto y burlón. ¿Dónde se queda mi hombre de hielo, mi amigo? Nunca quise más, y lo supiste, y lo acepaste. Pero eso quedó atrás, ¿verdad, amor? Te parece que escupo estas palabras con rabia y odio y tristeza, pero no. Sólo te digo, que esta vez, cuando vuelvas arrepentido (¡te conozco!), no habrá marcha atrás. En tres meses, ya veré a otro hombre de hielo, alguien imposible para mí. Pero tu quedarás muy atrás, en las nieblas y oscuridades de un pasado que no querré recordar. En tres meses, te olvidaré. O en menos. No necesito la ayuda de nadie para limpiar mi alma.

jueves, 1 de julio de 2010

Beyond (Mas Allá)

This is not your home, not your world,
not the place where you should be.
And you understand, deep in your heart,
though you didn´t want to believe.
Now you feel so lost in the crowd
wondering if this is all,
if there´s something beyond.

Beyond this people, beyond this noise,
beyond the night and day, beyond heaven and hell.
Beyond you and me.
Just let it be,
just take my hand and come with me,
come with me...

And run, fly away, don´t look back,
they don´t understand you at all,
they left you alone in the dark
where nobody could see your light.
Do you dare to cross your heart?
Do you dare to come with me
to the place where we belong?

Beyond this smoke, beyond those trees,
beyond lies and truths, beyond life and death.
Beyond you and me.
Just let it be,
just take my hand and come with me,
come with me...


Éste no es tu hogar, no es tu mundo,/no es el lugar donde deberías estar./Y tu lo sabes, en el fondo de tu corazón,/aunque no quisiste creerlo./Ahora te sientes perdido entre la multitud,/preguntándote si esto es todo,/si hay algo más allá.//Mas allá de toda esta gente, as allá de todo este ruido,/más allá del día y la noche, más allá del cielo y el infierno./Más allá de ti y de mí./Deja que ocurra,/tan sólo toma mi mano y ven conmigo,/ven conmigo...//Y corre, escapa, no mires atrás,/ellos no te entienden,/te dejaron sola en la oscuridad/donde nadie puede ver tu luz./¿Te atreves a traspasar tu corazón?/¿Te atreves a acompañarme/al lugar al que pertenecemos?//Más allá de este humo, más allá de aquellos árboles/, más allá de mentiras y verdades, más allá de la vida y la muerte./Más allá de ti y de mí./Deja que ocurra,/tan sólo toma mi mano y ven conmigo,/ven conmigo...

lunes, 21 de junio de 2010

Is not over.

Por fin se ha acabado. No lo pensé cuando me dijeron adiós, ni cuando recogía los libros. Sólo me di cuenta cuando le vi aparecer con tranquilidad tras los autobuses, riéndose. Me despedí de mi amiga, y casi pude sentir su pena por mí, mi tristeza. Corrí hacia él, me saludó, me chocó la mano de esa forma tan habitual suya. -Oye... Hoy es mi ultimo día. No nos veremos más. Me miró fijamente y nos abrazamos a la vez, y me elevó durante unos instantes, con su caliente y agradable fuerza en torno a mi. Esta vez no pude evitar una silenciosa lágrima, lo suficientemente ruidosa como para que él se diera cuenta. Nos dimos dos besos. -Cuídate mucho, ¿vale? -Tu también. Y subí corriendo a mi autobús, incapaz de reprimir el llanto más tiempo. Y tu subías la cuesta, con los dientes apretados muy fuerte. Pero no me miraste. Quizás no me viste, quizás no quisiste verme, quizás no tuviste valor para mirarme a la cara por última vez... Mientras que yo ni parpadeaba. Que duras son las separaciones. Te sigo desde la penumbra, desde las sombras que podías mirar. Nunca desde el sol travieso que te ataba sábados y sábados, impidiéndote verlo. Siempre estaré allí. También donde yo no quiera estar, en una cruz, en el símbolo de aquello en lo que crees. Pero crees en ello, y yo estaré allí, creerás entonces en mí. Aunque sepa que siempre, siempre lo has dado todo por tu simple apretón de manos... No tan simple, yo también moría por él. Te prometo... Que aún desde la distancia... Me tienes.

viernes, 11 de junio de 2010

La sonrisa de hierro

Entré nerviosa, y apenas me senté y cogí una revista, me llamaron dentro. Me indicaron que me tumbara en esa silla mecánica tan típica, y las dos, muy sonrientes, pero con un rastro de tristeza en su mirada, como si supieran lo que iba a sufrir, empezaron a describirme a darme indicaciones de como cuidar mi nuevo aparato dental. Yo las escuché, mientras mi madre revoloteaba por allí, riéndose de cosas sin importancia que soltaban de vez en cuando las dos mujeres. Hasta que al final en lo metieron en la boca. No era tanto el dolor físico que producía como la certeza de que el lunes, mil pares de ojos me mirarían curiosos, burlones, compadecidos o incrédulos. Pero no protesté. No dije nada. Incluso cuando me sonrieron, "¡Di algo, anda! ¡Para probar cómo te va!", mantuve mi boca cerrada. Entretanto, mi lengua exploraba aquel intruso que allí se había instalado, con la incierta promesa de una sonrisa radiante. "Mas radiante", según ellas. Pensé que al salir de allí las odiaría, pero nada de eso. Aunque nunca olvidaré sus caras, para mi eran sombras que me colocaban algo indeseablemente necesario, y para colmo, por decisión mía, así que no había motivo para odiar.
Me levanté. Había terminado, empezaba una nueva etapa. Al entrar en el coche encendí la radio,y mi madre, en un vago intento de entablar conversación, fijó sus ojos en la carretera. Me dejó en casa y se fue a la farmacia.
Subí corriendo las escaleras, ignorando mi hermano y a mi padre, que me preguntaron cómo me había ido. Subí y subí, llegando a mi habitación. Me coloqué en frente del espejo y cerré los ojos. Intenté sonreír, pero fue en vano, mis músculos parecían no obedecerme. Me forcé, pero no abrí los ojos, no quería una sonrisa falsa. Respiré hondo. Respiré hondo. Una lágrima escapó de mi, estrellándose contra el suelo en mil pedazos. Te imaginé tumbado en una cama cualquiera, sujetando cualquier guitarra, pero con tus ojos, tu pelo y tu sonrisa. Me tendías la mano desde los confines del mundo. Carlos... La cogí fuerte, muy fuerte. Y sonreí. Parpadeé, teniéndote a mi lado. Y viste y vi en mí una nueva cara.
Una sonrisa de hierro.
La sonrisa mas hermosa que habías visto.

sábado, 29 de mayo de 2010

¡Hola! ¿Qué tal?

Primero entró mi madre, mi hermana y mi padre, luego yo. La cumpleañera estaba de pie con su marido, les saludamos, les entregamos su regalo. Era una buena fiesta, seríamos unas veinte personas, con música agradable, apetitosa comida y espacio. -Felicidades.. -Ay, gracias. Pasad, probad la carne. Rafa la hizo y está riquísima. Obvio, llegábamos los últimos. Como una ráfaga pasó su hijo, exclamando algo de que se iba a la calle. Sonreí por algo que me decía mi hermana, pero se fue a saludar a su amiga. A ver si también la veo... Estaba de espaldas a nosotros charlando con un señor con gafas. Mi hermana le hizo cosquillas en la espalda, y se giró sorprendida. Iba hermosa. Hermosa y ya está. -¡Hola! ¿Qué tal? - Bien. Mis padres están por ahí, y mi hermano... Ah, aquí. Le sonreí. Ella hizo lo mismo. -¿Cómo estás?, me dijo. -Fantástico. Nos dimos dos besos, como era su costumbre. Aspiré su perfume como si fuera mi salvación. Dios, que rico olía... Se fueron las dos juntas a hablar, dejándome con la mirada perdida y un olor celestial. Se iban riéndose, a reunirse con unos amigos de su edad que esperaban fuera. "Amigos...-pensé-... Aspiran a pretendientes" Me relajé y las olvidé, y su madre me condujo junto a la comida. La música seguía sonando, y eligieron un tema electrónico, de Akon y nosequién mas. No pegaba son el ambiente que había, y aún menos con estas personas. La media era de 40 años, y había un par de hombres que venían con ganas de marcha y a escuchar rumba y cosas "bailables" para ellos. A pesar de todo, hicieron la parodia de "baile electrónico". Me reí y me serví una Coca-cola, llevándole otra a mi padre. Ambos fuimos a la entrada de la casa, y nos quedamos en las escaleras, al lado de un diminuto jardín, observando a los chicos. Ambas se reían de las tonterías de sus amigos (unos cuatro), dos de ellos tenían posibilidades, pero eran amigos y nada mas, así que los descarté. Ya me reiría de mi hermana en casa, diciéndole que si había ligado lo suficiente. Esa idea me arrancó otra sonrisa. La tercera de esta noche. Mi padre se puso a evaluarlos en voz baja, y yo le ponía los puntos sobre las íes. La observé detenidamente, quitando a mi hermana de mis pensamientos y a los demás chicos. Se reía por algo que le decía un rubito, y bebía pequeños sorbos de algo sin color definido. Parpadeaba lentamente y con una sensualidad que desconocía. Aparentaba ser inocente, cuando la verdad era que sabía demasiado de demasiadas cosas. Aunque mejor me callo. No la conozco demasiado. Lo único que tengo grabado de ella es su sonrisa, sus ojos, y la manera que tiene de sonrojarse. Algo me sacó de mi ensimismamiento. Dos chicos habían empezado a pelear. Ella intentó separarlos, inútilmente. Entró en su casa, enfadada con ellos, pero se detuvo casi medio segundo para mirarme; o eso me pareció. La noche pasaba, no sé si fugaz o lentamente. Pero hablamos, nos reímos, """"bailamos""""... Hasta que tuvimos que irnos. Se despidió de mis padres cariñosamente, a mi hermana le dio un gran abrazo y un beso. Se detuvo ante mi y me dio sus dos besos, uno por mejilla, y "cuídate". Nos acompañó hasta la puerta. La saludamos otra vez desde el coche. Ella volvió a entrar en su casa. Y creo que no salió mas.

sábado, 17 de abril de 2010

El secreto de la primera página.

Sinceramente, no creo que ése último libro te haga falta. Ya estás lleno de melancolía, historias tristes que no incluyen su final, niños que perdieron a sus padres, libros consumidos en un rincón... Y por eso, no te aconsejo que te lo lleves. Que lo dejes en el fondo de una maleta olvidada en una estación de trenes, que lo lleves junto a tu pecho y no te atrevas a leerlo, que en un determinado punto de tu travesía hayas de empeñarlo y te cueste desprenderte de el... Prefiero que te lleves los de siempre, El Principito, un par de Neruda y alguno con final feliz. Que en el tren te duermas y se caigan al suelo, que se te rompa una página, que te los robe un crío que busca que comer... Además, ¿para que llevarse algo que no necesitas? Yo lo sé mejor que tú. ¿Para que llevarse un peso muerto del que te sentirás culpable o ignorarás hasta leer la primera página? Hazme caso... No desperdicies lágrimas si sabes que no me volverás a ver. No desperdicies lágrimas si no sabes lo que te va a esperar en la primera línea, en el fondo de tu sombrero, en uno de tus múltiples bolsillos, en mi corazón... Si sabes que esto va teñido de gris para ocultar el limpio dorado que late en cada letra, para esconder el secreto de la primera página... El amor que siempre te escondí.

sábado, 10 de abril de 2010

Cumpleaños.

Cerré los ojos y sonreí al sentir a mi madre con aquel inmenso brownie en las manos, caminando hacia mí. Parpadeé. Habían apagado las luces y mis pupilas se dilataron, la única luz que se apreciaba era la de las velas de mi pastel de chocolate. Empezaron a cantar. La melodía giraba en mi cabeza emocionada, al tiempo que depositaban en mis brazos una gran caja. -Pide un deseo. Miré el chocolate medio fundido, relamiéndome los labios. Hubiera deseado que estuvieran ayer mas personas, pero en ese momento me alegré de poder compartirlo con mis padres y mi hermano. Así que no deseé nada. Sólo entrecerré los ojos y soplé tan fuerte como pude. Luego aplaudieron. Sonreí y abrí el paquete. Dentro contenía otra caja, y se rieron de mi cara perpleja, supongo. La abrí de nuevo y me encontré un precioso gorro negro. Di las gracias y empezamos a comer. Luego subí a mi cuarto y dormí como si hubiera corrido una maratón.

viernes, 2 de abril de 2010

Soy lo que soy.

Soy lo que soy. Y sólo me podrán cambiar los soplos del alma con el consejo correcto. Soy lo que soy. Y hay en mi tantos defectos como virtudes que tengo... Como risas que no acabo de digerir.
Cada uno es como se ha hecho a si mismo. A algunos les cambian opiniones, versos rotos, miradas despectivas... Cada uno es como ha elegido ser.
Eso no me cambia.
Eso no nos cambia.
Yo sigo amando.

martes, 30 de marzo de 2010

Felicidad.

Soy un hombre muy feliz, llamado Raúl. Muy, muy feliz. O de eso intento convencerme... A ver, llevo 7 años casado con Laura (tengo 30 y ella 28) y aún sigo enamorado de Cristina. No es que esté engañando a Laura (aunque a veces me parece que sí), pero Cristina puebla mis sueños (y mis pesadillas) desde que tengo 16 años. Recuerdo cuando la vi por primera vez. Mis amigos y yo estábamos charlando y mascando chicle fuera del instituto, esperando las clases y taponando la entrada. Las chicas, cohibidas, no decían nada, y los chicos, cobardes, pasaban altaneros por donde podían. Me sentía el rey del mundo. En ese momento, alguien me dió un codazo. Me giré para ver quién había osado... Y me topé con unos ojos verdes, que me miraban desafiantes, como diciéndome "Atrévete a decir nada". Enrojecí en seguida. Miré al suelo, y en la trayectoria de mi mirada al piso leí en su carpeta: "Cristina Vázquez, 4ºA". Volví a levantar la mirada, y sólo distinguí su pelo castaño ondeando al viento, y su brazo cremoso apretando la carpeta, alejándose de mi. Y supe que me había enamorado. Desde ese día la seguí, y pronto nos hicimos amigos, es decir, yo la saludaba en cada pasillo y la interrumpía en la hora del almuerzo con sus compañeros. Aunque, bueno, eso sí, ella me hablaba de vez en cuando. Un día me dejó acompañarla a su casa. Empezó a confiar en mi (¿confiar?, suelo pensar ahora con amargura), a contarme secretos, y un día la tomé de la mano... Pero empezó a salir con uno que se iba ya a la Universidad y me dijo que no podíamos seguir viéndonos. Ese mismo día se presento a mis puertas un ángel rubio de ojos azules llamado Laura. Me enamoré. Se enamoró. Nos conocimos. Al cabo de tres años nos casamos. Pero nunca pude olvidar a Cristina. Y no le dije nada a mi mujer de aquella chica orgullosa y altanera, que se largó con un cachas pre-Universidad destrozándome el corazón. A veces me pregunto si habré hecho bien en no seguir a Cris, pero entonces me encuentro con la tímida sonrisa de Laura y todo desaparece. Hasta que vuelvo a estar solo otra vez...
***
Soltó de golpe el humo de su cigarrillo. Los 30 no le sentaban nada bien, pensó, con su rostro surcado por arrugas que no deberían estar ahí. Pensó en sus tres hijos, en el pequeño y sucio piso y en su marido adicto a los esteroides y al sexo. ¿Por qué? Abandonó su futuro por él. Aspiró mas humo, y bebió de golpe el resto de su cerveza. En ese momento le vino a su mente un recuerdo: un joven de pelo negro con lágrimas en los ojos al decirle adiós por alguien como Marc. ¿Qué habría sido de el? ¿Era Saúl? ¿Royer? ¿John? Le gustaban los nombres extranjeros.

lunes, 29 de marzo de 2010

Sencillo

Es difícil saberte amado, es difícil saberte odiado.
Es difícil amar, es muy fácil odiar.
Es sencillo beber, es difícil tragar.
Es fácil hablar, es difícil escuchar.
Es fácil reír, es muy fácil llorar.
Es fácil pasar de esto, es muy fácil cavilar acerca del mensaje.

sábado, 6 de marzo de 2010

No puedo.

La noche declinaba, y los últimos rayos de sol traspasaban la ventana, iluminado el papel que tenía delante, en blanco. Debo escribir algo poético y hermoso para dárselo al duque, que tiene plena confianza en mí. Pero mi cabeza no funciona si me obligan a poner por escrito las cursilerías y sandeces que tanto gustan a la alta sociedad. Mi poesía es sencilla; sencilla y bonita, para qué mentir. Trato de captar cosas como "una risa en verano", "las gotas de agua" y "una hoja arrastrada por el viento". Parece imposible, pero lo logro. -¡Juan, la cena!- exclama mi mujer. -¡Aún no he terminado! La poca luz que había se desvanece, igual que mi esperanza de quedar bien ante el duque. Enciendo una vela. Mojo mi pluma en la tinta negra, y titubeo antes de empezar. Repito, no funciono bien si me obligan a escribir, o si yo siento esa obligación sobre mí. Claro que podría coger uno de mis anteriores poemas y entregárselo, pero como es un fiel seguidor mio (acaso el único que tengo, a excepción de mi esposa), los ha leído todos, incluso los más íntimos, los que le dedico a mi mujer. Pero no puedo negarle nada, quedaría mal, no puedo negar nada al señor que suministra la comida de mis animales, que financia mis tierras. Además, mil demonios, aunque no hiciera nada de todo eso, ¡es el duque! El mismo que busca algo lindo para su esposa. En fin, tengo toda la noche para ponerme a ello. Podría comparar a su mujer con "la mas bella de las estrellas" o con "la cara oculta de la luna", pero mi propia esposa me reclamará que me acueste con ella, en nuestro dulce y caliente lecho. Espera un momento... Ah, nada. Podría relatarle lo que me costó escribir una poesía, pero no es eso lo que el busca. Pero, ¿y si cambio los hechos? ¿Y si cuento lo que me costó describirla a ella, a su dama? Vaya, si, podría servir. Trazo unas líneas en el papel en las que se leen: "Oh, era la mas oscura de las noches y mi alma recordaba tus cabellos bajo un sol, incapaz de decir cuánto..." Ahí paro. Siento unas manos en mi espalda, mas concretamente en los hombros, masajeándolos. -¿Incapaz de decir cuánto me quieres?- dice una voz suavísima. Sonrío y me doy la vuelta. Ella se sienta en mi regazo y me besa. La correspondo suavemente. Me quita la pluma de la mano y me conduce hasta nuestra cama. Y así nos dormimos, abrazados, disfrutando de nuestro silencio. Eso sí que no tenía descripción.

domingo, 21 de febrero de 2010

..Cambio.

¿Qué le ocurrió? Es decir, ¿por qué dió ese cambio tan radical? De ser sincero, abierto, simpático, muy sociable y dulce, a no reconocerle bajo un velo de incertidumbre. Se volvió callado, misterioso, sumiso. Vestía de negro o colores oscuros, y siempre se llevaba un libro al bosque que había cerca de su casa. Sus padres se empezaron a preocupar. Sus amigos ya casi no le veían. Los maestros estaban sorprendidos, sus notas rozaban la perfección. Pero él ya no era él. ¿Qué es lo que hacía un joven reconstruyendo una herida?

lunes, 15 de febrero de 2010

La esperada.

Caminó por el jardín hasta el buzón azul de la entrada. Bostezó, y se puso un mechón castaño detrás de la oreja. Aún iba en bata, pero eso poco la preocupaba. Hacía tiempo que había dejado su vida de ciudad y entregado a los placeres del campo. ¿Quién la iba a ver? ¿El anciano Lorenzo, con su dentadura postiza que temblaba al ver chicas jóvenes? Abrió el buzón y metió la mano dentro. Sacó tres cartas y un pequeño paquete. Se dio la vuelta y fue hasta la cocina, donde el café se estaba haciendo. Se sentó en una silla y miró alrededor. La estancia se componía de nevera blanca apretujada en un rincón, junto al microondas y el horno, y luego ya la cocina, donde realizaba los platos principales. Todo estaba lleno de notitas tales como: "Dentista 6:30" y "Te quiero, cariño". A pesar de que tenía una dentadura perfecta y era soltera. Y fotos. Miles de fotos por doquier. Su historia en imágenes. Sacudió la cabeza y empezó a abrir las cartas. Se sirvió café. La primera era de Telefónica, con su correspondiente factura. Complacida, observó que no había gastado mucho en nada. La segunda, iba dirigida a un Javier Palacios, que por allí no había. La separó y continuó con la revisión. La siguiente era de su madre. Le hablaba de ella y su padre, que estaban bien, planeando un viaje a Escocia. Sonrió. Era tan agradable sentirlos sanos... Se fijó que le quedaba el paquete. Apuró la taza de café y lo desenvolvió. Era un paquete normal, pequeño y blanco. Pero eso no fue lo que le hizo latir el corazón desbocado. Con letra cursiva y tinta dorada, había escrito: A mi Catherine, te amo. No abrió el paquete; lo despedazó. Incluía una carta que no mencionaré ahora, y un colgante con forma de lágrima que se colocó en seguida en el cuello. De: Tu seguidor, tu combatiente numero uno. Desde el principio estuve ahí, niña boba. Desde el principio. No me supiste ver. Te amo, Carlos. Se escuchó el sonido de una taza que rompe contra el suelo.

martes, 2 de febrero de 2010

Tormenta.

Anteayer llovía a cántaros. Parecía casi imposible para este lugar tan árido y seco. Pero era de noche y sí, las gotas repiqueteaban incansables contra el cristal. Al día siguiente tenía clases, y no podía permitirme el lujo de no dormir. Me revolví en mi cama, inquieta. Pero la lluvia no cesaba, y luego vinieron los rayos y truenos. Me harté. Quería gritarle al cielo oscuro que dejara de llorar, para así poder conciliar mi sueño. Entonces abrí la ventana. El viento entró en mi habitación como un torbellino helando. No me estremecí, estaba acostumbrada al frío. La lluvia también penetró, bañándome y formando un pequeño charquito por el que mañana mi madre podría el grito en el cielo. Me subí a la barandilla, aunque corria el riesgo de caerme a la piscina, no me preocupé. Aunque era posible que mañana perdiera el autobús, no me preocupé. Aunque era posible que mañana dormitara sobre el libro de Matemáticas, no me preocupé. Disfrutaba con la tormenta batiéndose alrededor, como una cortina de niebla, hielo y pasión desenfrenada.

miércoles, 6 de enero de 2010

Mi deseo.

...¿Qué cual es mi deseo para ti? Vaya, no se me había ocurrido; ¡ni lo he pensado!. Creo que te desearía la mejor fortuna, un faro que alumbre el mar de tus recuerdos (¡qué ancho, qué profundo, qué transparente, qué denso!), una pizca de intuición, una balanza... ¡Piénsalo! Me pides algo imposible. O casi. ¿Cómo escribir, cómo decirte lo que quiero para ti? Porque también está el factor realidad: Amor, cariño, desenvoltura, sentirte amado... Ese es mi debate interior. Anhelo verte feliz, en compañía de alguien que pueda saciar tu hambre de mundo. Pero ya sé que no soy yo... Así que me preguntaste lo que quiero para ti. ¡Quiero verte conmigo! Para siempre, te necesito mas que el agua de mis lentillas, ¡fíjate lo que digo! (Aunque haya sonado poco romántico, no me importa) Pero si sé, si sé que no te correspondo, debería apartarme de tu camino, rodando cual piedra que soy, cual percance para ti. Te resumo: Quiero que seas feliz, y ojalá ese fuera para ti el regalo de Reyes procedente de mi.