viernes, 18 de diciembre de 2009

El viaje

Con la maleta en una mano, y el corazón en la otra, subió la escalerilla del tren. Le gustaban los trenes a vapor, y este tenía clase. Le dejó el equipaje a un muchacho que le condujo raudo a un compartimento amplio, con una gran ventana. El tren arrancó. Se acomodó en el sofá negro y sacó de su bolsa una novela de Shakespeare, pequeña, de edición bolsillo. No la abrió. Antes quería, como siempre, mirar como el paisaje cambiaba en la recta en la el tren cobraba velocidad. Era una extensa llanura, seca y enfermiza, poblada de cactus y ratones, que recordaban a las películas del Oeste, esos malos films a blanco y negro. Un solitario jinete corría en dirección opuesta. Abrió el libro. Quería que este viaje cambiara su vida. Un pequeño gran giro. De pronto recordo que en su maleta sólo llevaba 33 libros, unos pantalones y una chistera. Suspiró. Mas que suficiente.

2 comentarios:

  1. Supongo que hago algo parecido cuando me subo a un avión o a la guagua del colegio, aunque creo que si hiciese un viaje largo me llevaría todos esos libros pero nunca una chistera porque, sucede que no la vi en el corte cuando quise comprarmela, una pena.

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  2. Precioso mini relato con mensaje subliminal: los libros, imprescindibles para cambiar la vida y el mundo, si se terciase....

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