Imaginaos, por un momento, una pequeña isla en medio del mar. La isla no tiene vegetación ni fauna, es sólo roca desnuda a la intemperie.
La roca y el mar siempre se tocan, están juntos.
A veces, cuando hay tormenta y el viento arrastra sombras, el mar se abalanza sobre la roca, cubriéndola por completo, no la deja respirar. Ella sonríe.
Sin embargo, cuando ninguna fuerza obliga a hacer nada al mar, éste deja en paz a la isla, sin preocuparse por ella en absoluto, puesto que no se va a mover de allí. Es en esos momentos cuando se siente más sola que nunca, aunque el mar siga tocándola.
Ambos están ahí desde el inicio de las cosas y estarán hasta el fin del mundo, juntos.
***
La roca debería aceptar la soledad que llega en tiempos de calma, y a no depender tanto del mar para alcanzar la felicidad; a sonreír menos y callar más.
El mar, por el contrario, apreciar lo que tiene y cuidarlo, porque ningún tesoro es eterno, y hacer notar que ella no está sola.
Ambos juntos no son lo que uno solo. Por separado no valen nada.
Darse cuenta de lo que tienen a lado y apreciarlo en todas sus formas y estados.
Intenso. Extraño. Visual.
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